Las fiestas del fuego, una tradición aranesa declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, han sido canceladas este año debido a la crisis sanitaria.
Los ayuntamientos de Les y Arties, localidades donde tienen lugar cada año las Hèstes deth Huec, han acordado cancelar este año el evento. La situación de alerta sanitaria provocada por la pandemia de coronavirus ha llevado a tomar esta decisión con la voluntad de evitar aglomeraciones. Desde Foment Torisme Val d’Aran queremos aprovechar la efeméride para proyectar este recuerdo virtual de unas fiestas que ya forman parte de nuestra identidad y constituyen uno de los principales reclamos turísticos del verano aranés.
Eth Haro de Les y Eth Taro de Arties se celebran la noche de San Juan coincidiendo con el solsticio de verano, y marcan el inicio de la temporada estival. Durante la velada se quema un tronco especialmente preparado para la ocasión, en un concurrido ritual acompañado de música y danzas tradicionales donde participa todo el pueblo.
En diciembre de 2015, el comité intergubernamental de la Unesco declaró las fallas del Pirineo como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Esta catalogación contempla las 63 fiestas del fuego que se celebran durante el solsticio de verano en los Pirineos, entre las cuales se incluyen La Crèma deth Haro de Les i la Crèma deth Taro d’Arties.
Crèma deth haro en Les
El escenario del ritual es la Plaça deth Haro, donde, sobre las 10 de la noche llega la procesión al ritmo de las danzas tradicionales de Es Corbilhuèrs de Les. Tras la bendición y encendido del haro por parte del sacerdote del pueblo, se le prende fuego y se procede a la quema de les halhes, una especie de antorchas fabricadas con corteza de cerezo que se hacen girar describiendo círculos y simulando la lucha para purificar y quemar los malos espíritus. La ceremonia finaliza con un baile alrededor del haro encendido, mientras en la plaza se sirve el “vin caud”, vino caliente con azúcar, ron y fruta que se toma junto a la tradicional coca de Sant Joan.
Unos días más tarde, el 29 de junio, festividad de San Pedro, tiene lugar la “Quilha deth haro”, es decir, la plantada del nuevo Haro. Los recién casados tienen el honor de distinguirlo con una corona de flores, como rito para pedir fecundidad. Este árbol preside la plaza vieja de Les durante un año, hasta la próxima noche de San Juan.
Previamente, el segundo sábado de mayo el pueblo ha celebrado la “Shasclada” momento mágico en que se le clavan las cuñas al árbol y se convierte en sagrado. Cabe señalar que el levantamiento del haro se lleva a cabo con la misma técnica que usaba el hombre primitivo para enderezar los menhires: se levanta desde el suelo y a base de fuerza y de ir apuntalándolo se van ganando grados de altura hasta que finalmente se planta y se clava.
Crèma deth taro en Arties
El Taro, preparado para la fiesta, se enciende y arrastra por las calles y plazas de Arties, acompañado de música y de los vítores de los asistentes, en un recorrido hasta altas horas de la madrugada que termina delante de la casa del alcalde, donde se deja, totalmente carbonizado.
Según la tradición, las cenizas de Eth Taro protegen, purifican y fertilizan, por lo que al esparcirlas por todo el pueblo alejan a los malos espíritus.
Un mes antes de la fiesta tiene lugar la Tallada deth Taro. Una expedición de hombres sale a buscar el taro -el tronco puede llegar a medir 8 metros- lo cargan hacia el pueblo y lo preparan para su quema.
Origen y desarrollo del ritual
Desde tiempos ancestrales, cuando llegaba el solsticio de verano, se celebraban en el Pirineo cuatro ritos muy extendidos: el del fuego purificador a través de los haros i de las halhes; el de tomar el rocío, el agua de esta noche, especial por sus virtudes milagrosas; el de recoger las plantas que han recibido el rocío y que adquieren también propiedades curativas, y el de jugar al escondite, en una noche en que la mujer se igualaba al hombre y lo tenía todo permitido.
El rito del fuego, que tiene sus inicios en la ceremonia pagana que se realizaba en honor al Dios Sol, -denominado Abelio en la Val d’Aran y en Cominges- con el tiempo se incorporó a la tradición cristiana y en algunas localidades se ha mantenido hasta nuestros días. Consiste en la quema de las fallas durante la noche más corta del año y con el fuego se escenifica este cambio de ciclo en el año solar, cuando comienza el declive del día. En Les y en Arties, las fallas se llaman haros o taros y son árboles de 12 m de altura.
Con este rito se perseguía la purificación, la quema de los malos espíritus –que en la Val d’Aran llamamos “erulets”- y de todo aquello que trae la desgracia y la enfermedad a humanos y animales. A continuación se llevaba una parte del carbón y las cenizas a las casas y a las cuadras para evitarles el mal, y otra parte a los huertos y campos para pedir buena cosecha.